¡Fieles al deber!

Recuerdo que en alguna clase de derecho penal, el catedrático nos enseñó algo llamado: el libre desarrollo de la personalidad.  ¿Qué es? "Acorde a la doctrina y jurisprudencia comparadas, tal derecho es el reconocimiento del Estado sobre la facultad natural de toda persona a ser individualmente como quiere ser, sin coacción ni controles injustificados, con el fin de cumplir las metas u objetivos que se ha fijado, de acuerdo con sus valores, ideas, expectativas, gustos, etcétera"  FUENTE: http://sjf.scjn.gob.mx/sjfsist/Documentos/Tesis/165/165822.pdf . Y aunque en clase vimos tal concepto, enfocado en la libertad de uno a usar drogas o no, a contraer matrimonio o no, me di cuenta que a lo largo de mi vida, mis papás me habían dado el libre albedrío de mi personalidad: inquieta, alegre y muy, pero muy vaga.

Querido lector, le agradezco que nuevamente me siga en esta entrada. En esta ocasión le contare, un poco de la que considero, la etapa màs feliz de mi corta vida (la cual solo será superada, cuando sea mamá de Fernandita): mi vida de estudiante en el Instituto Parralense.
Graduación de prepa.


Hace un par de días me encontré con la maestra Rocío y Sandra, las cuales me dieron clases en secundaria y me dijeron: "te recordamos con mucho cariño, a ti y a tus vagancias".  Y se me vino a la mente todo lo que mis amigos hicimos y deshicimos. Como la vez que le sacamos duplicado a la llave de Luisito (conserje de la escuela), la cual abría la puerta de la cancha y nos salimos a escondidas a la tienda a comprar globos para llenarlos con agua y aventarlos en el patio, o la usábamos para abrirle a todos los repartidores de comida que pediamos.
O la vez, que fui la valiente de tomar prestado un examen de ciencias sociales que estaba en el escritorio, para que junto con mis compañeros, viéramos lo que iba a venir; y al final nos descubrieron pero nos pusieron 10 (Efraín nos puso 10 de 100, pero en nuestra boleta apareció 10)

Conforme fuimos creciendo, nuestras aventuras iban subiendo de tono. Recuerdo una vez que nos íbamos a reunir para ir a nadar al campestre, y terminamos yéndonos todas las mujeres en el bora de Rocío a las pampas. Nos juntábamos en casa de Alexica a estudiar, y terminábamos en el mirador de Praderas. Terminamos siendo la generación menos querida por la madre Perita, a tal grado que nos amenazaron con no darnos nuestro certificado de Preparatoria, si hacíamos una travesura más.

Recuerdo, que cuando estaba internada en el hospital, cada martes y jueves pasaba un sacerdote al cuarto para confesar,  y cada vez que me acordaba de alguna vagancia la anotaba en el iPad y se la mostraba al Padre, pues yo pensaba que me iba a morir y quería irme al cielo. Despues, le confesé todo lo que había hecho, a mi mamá, y fue ahí donde ella me contó que un día fue a la escuela y le dijo a la madre Perita (coordinadora) 6que por favor ya no le hablara para darle quejas de mi: Fernanda  nació siendo inquieta y yo no la puedo cambiar. Y aunque nunca fui la alumna más inteligente, mantenía un promedio de 8.9 y mis papás con eso se daban por servidos, y me dieron libertad de hacer y deshacer.

Solo un estudiante del Parralense sabe lo que significa ir a buscar tu suéter o chamarra al bote, la leyenda de "la monjita" que se aparece y toca el piano en la noche, los encuentros con Cristo en Sombreretillo o las ventas de misiones, que te toque arreglar el corcho, ir a misa los viernes primero, la adoración al santìsimo, la kermesse, la semana cultural o las clases de matemáticas con Rafita. Solo nosotros sabemos quien es doña Alejandrina y su caseta, solo nosotros hemos comido un mollete del viejo horno. Solo alguien del Parralense, sabe lo que significa: ¡Fieles al deber!
Con el excelentísimo maestro Rafita.

Solo un estudiante del Parralense sabe que son falsos los prejuicios que se han hecho de esa escuela: "niños ricos", "payasos" o "groseros". Durante 14 años, lo único que temgo hacía el IP, es agradecimiento, porque me dio 30 amigos, 4 hermanas (Sarita, Anel, Yare y Marlene) y me enseñó lo que es la vida de alegría, de la mano de Dios, me inculcaron valores. Y me da mucho gusto, que cada año nos procuremos y ver en las grandes personas en las que se han convertido: Liz (actriz de televisa), Diandra (mamá de los niños más hermosos del mundo), Marlene (empresaria), Tony (ciclista reconocido), Paul (abogado, ganador de concursos de litigación y yo (próxima escritora de bestsellers).

Pero lo más importante que tengo que agradecer a mis maestros y a las monjitas, fue que me enseñaron a poder ser vaga de una forma sana, y siempre teniendo a Dios como nuestro guía.
Posada del año antepasado en mi casa.

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