La Facultad de Derecho. (Primera parte)


Cada tres meses tomaba un avión de la ciudad de México con destino a Chihuahua, para pasar 3 semanas de vacaciones en Parral. Estudiaba ciencia política en la Universidad Autónoma Metropolitana, en donde conocí grandes amigos, una ciudad que me llenó de cultura y en donde entendí que estaríamos mejor con López Obrador. Cada día era un travesar maravilloso; vivía en un departamento en el centro histórico, cada mañana, a las 6:00 am caminaba hacia la estación del metro, pudiendo apreciar el palacio de Bellas Artes o la torre latinoamericana, pasaba una jornada escolar de 8 horas e ir a comer por menos de 50 pesos. En esta parte de mi vida, es en donde creo que pude haber tomado las mejor decisión de mi vida; regresar a Chihuahua, ya  que a los 2 años, mi mamá detectó que algo andaba mal conmigo, y es gracias a ella que hoy sigo con vida.

Con mi amiga Victoria, detrás el Palacio de Bellas Artes



Querido lector, mi más grande gratitud hacia usted por de nueva cuenta leerme. En esta ocasión le contaré lo que ha significado para mi recuperación emocional mi querida Facultad de Derecho, los momentos malos y tristes, mi sentir de cambiarme del campus Chihuahua al campus Parral, lo difícil que fue para mí el tomar la decisión de querer retomar la carrera después de Wilson, pero más allá de eso, las personas que he conocido en Chihuahua y en Parral.

"Quiero ser un salvaguarda de la justicia", "quiero hacer leyes para un mejor México", "en la prepa me decían que era bueno alegando", son varias de las respuestas que daba mis compañeros a la pregunta: ¿por qué elegiste estudiar derecho?, y debo de admitir que llegué a mentir diciendo alguna de esas frases, pero la verdadera razón por la cual había regresado al Estado de Chihuahua era porque extrañaba a mis papás, a mi hermana, a mis sobrinas, pero más que nada, extrañaba a mis amigas. Mi sobrina (que es como mi hermana menor), cursaba el primer semestre de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Chihuahua, y me contaba que el ambiente estaba padre en la facultad, así que me dispuse a hacer el examen de admisión, quedando en el lugar 10 de más de 1,000 aspirantes (así es querido lector, Dios, además de hacerme bonita y darme carisma, me hizo inteligente, ah! y con demasiada autoestima.)

Me tocó estar en el grupo "A", en donde íbamos los que mejor posicionamiento habíamos sacado en el examen de admisión, llegué al salón y me senté en la primera banca y me quedé asombrada por tanta sabiduría que el Lic. Humberto "el pato" de Las Casas nos trasmitía, los primeros días no me interesé por hacer vida social, y debo admitir que los que después se convertirían en mis mejores amigos, al principio me caían mal porque se la pasaban platicando y no dejaban oír la clase, así que un día se me ocurrió hacer una fiesta en mi departamento con todos mis compañeros y fue ahí donde hicimos un grupo de 7 personas: Paola, Anakaren,Octavio, Woody, Eber y Marioni. Saliendo de clases, solíamos ir a comer a “el botonazo”, o ir a jugar a “el bola 8”.
Marioni, Paola, Anakaren, Eber y Woody en nuestra primera noche de búhos.

Y aunque nosotros nos hicimos como hermanos, debo de decir que hice muchos más amigos,  siempre me caractericé por ser una buena persona, sociable y responsable con mi carrera; siempre he dicho, que la carrera de derecho no es mi verdadera vocación, pero siempre fui responsable con cada catedrático, y debido a que cada semestre sacaba buenas calificaciones, siempre pude elegir a los mejores catedráticos: Lic. Mazpulez, Lic. Rivera Soto,  Lic. De Las Casas o el Lic. Villalobos Jión.
Fueron cuatro semestres en los cuales disfruté la vida de estudiante al máximo, en donde Dios me cuido aun cuando tuve muchas aventuras, y supe complementar mi vida social con la escuela, donde mi calificación más baja era un 8.

Recuerdo que un viernes de septiembre, iba saliendo hacia mi departamento y vi a Larissa y a Valeria y presentí algo, ellas me abrazaron y me dijeron: te queremos mucho fers (así me puso mi amiga Paola y todos en la facultad me decían así),  nunca imaginé que ese sería mi último día en la facultad. Dicen que los amigos se conocen en la cárcel y en el hospital; y en la cárcel nunca he estado, en el hospital estuve 4 meses, en donde me di cuenta lo querida que soy.

¿Quiere saber qué pasó después?, ¿quiere saber cuánto tiempo paso para que volviera a estudiar? ¿Quiere saber cómo ha sido mi vida en el campus Parral? Eso, querido lector, se lo contaré en otra ocasión.

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