Carta de una ex estudiante de derecho.

Era el año 2012, específicamente, un 23 de octubre; el auditorio "Dr. Raúl Cervantes Ahumada" de la Facultad de Derecho lucía abarrotado. Anakaren, Paola y yo llegamos temprano para lograr sentarnos en la primera fila y presencia la Magistral conferencia del Dr. Miguel Carbonell, reconocido Investigador y catedrático de la UNAM. Aquel día, él presentó ante futuros abogados su libro: "Cartas a un estudiante de derecho", el cual narraba su experiencia como estudiante universitario, el ¿cómo? debía de ser un abogado ante cuestiones éticas, consejos para aprender a interpretar la ley y argumentar, sobre la democracia, entre otros temas. 10 meses después de haber visto a mi "ídolo jurídico", me encontraba en una cama de hospital, ante la incógnita de no saber si me quedaba poco o mucho tiempo de vida. Hoy, a 6 años y medio de haber empezado la carrera de derecho, y a 4 años de haber enfermado, me encuentro frente a usted querido lector, con mi licenciatura concluida, y narrando algo que el Dr. Carbonell olvidó contar en su libro: las piedras que uno se encuentra en el camino hacia el cumplimiento de nuestros objetivos.
Dr. Miguel Carbonell, Anakaren, Paola y yo.
Mi vida como estudiante universitaria comenzó en la ciudad de México; fui aceptada en la UAM, donde cursé hasta el 6to trimestre de la carrera ciencia política; mi vida en CDMX era realmente placentera, hice muy buenos amigos, tenía excelentes calificaciones y disfrutaba de todo lo que implicaba vivir en la 9na ciudad más grande del mundo; mas sin embargo, tenía la inquietud de no estar cerca de mis padres, mis hermanos y mis amigas, así que decidí regresar  a Chihuahua, y un 2 de diciembre del 2011 apliqué el examen CENEVAL quedando en el lugar no. 13, superando a más de 1,000 aspirantes.
Resultados de mi examen CENEVAL.


Recuerdo que cierto día, la licenciada Maribel. nos dijo en clase, que solamente nosotros sabíamos lo que cargabamos en nuestro costal, y tenía razón, unos compañeros tenían que trabajar para pagar su carrera, otras tenían que dejar encargados a sus hijos para poder asistir a clases, una amiga tuvo que afrontar la perdida de 2 familiares, y yo tuve que cargar con una enfermedad la mitad de la carrera. Lo que a continuación le narraré querido lector, ha sido mi travesar a lo largo  de estos casi 7 años.

 Desde el primer día en que pisé  mi alma mater, sentí un profundo cariño por ella.  En el atrio de la facultad se leían unas grandes letras que decían: D E R E C H O. Al entrar al lobby se encontraban centenares de alumnos platicando entre ellos, pregunté en donde se encontraba el "ala B", que era donde se encontraba mi salón, pasé y me senté en la primera banca, enfrente del escritorio; mi primera clase fue "personas y familias" con la Lic. Flor Aide, y bastó solo una hora para amar mi carrera. En mis primeros semestres conocí a mis mejores amigos, fui parte de la sociedad de alumnos, también conocí lo que era desvelarse una semana para estudiar y sacar una buena calificación en los tormentosos exámenes orales; además supe lo que era ir a una noche de búhos (tradicional baile de estudiantes de derecho), o no entrar a una clase por quedarme jugando cartas en la cafetería.
Planilla de la sociedad de alumnos.
Mi vida estudiantil transcurrió con normalidad hasta 4to semestre, a principios del curso empecé a batallar para caminar, después con temblores en mis manos. Un viernes salí de la facultad y al llegar a mi departamento me puse a ver una película porque sabía que mi mamá iba a llegar de Parral para pasar el fin de semana juntas; al verme decidió llevarme con su reumatologo pensando que la dificultad que tenía para caminar era algo relacionado con tal especialidad, el Dr. me remitió de inmediato con un neurólogo, y al hacerme un chequeo general, le dijo a mi mamá: esta niña viene muy mal, necesita internarla de urgencia. El temblor se hizo invasivo en todo mi cuerpo, se apoderaba de mi un dolor inmenso en las piernas y manos y comencé a batallar para hablar; fueron cuatro duros meses en el hospital, meses en los que me hicieron tomografías, resonancias, análisis de sangre y una punción lumbar.  En diciembre del 2013, fui diagnosticada con la enfermedad de Wilson.

Después de salir del hospital, vino un año de pesadumbre, me dolía el hecho de vivir, yo quería estar muerta, lloraba y le reclamaba a Dios el ¿por qué yo? intente en un par de ocasiones el suicidio; prosiguieron meses de terapia, la cual ayudó a poder caminar con firmeza. Con notoria mejoría física, mas no emocional, mi papá me planteó la idea de continuar la carrera en campus Parral, y acepte solamente porque no quería ver a mis  padres ahogados en tristeza.

Me encontraba sumamente nerviosa el primer día de clases, además tenía miedo a las burlas,  las cuales  jamás recibí; absolutamente todos mis compañeros mostraron un profundo respeto hacia mi enfermedad.  Fue difícil el transcurrir de los semestres debido a mis altibajos de salud, a la baja autoestima que poseía, a batallar para de nuevamente tomar el ritmo para estudiar, el subir las interminables escaleras de la facultad de medicina (que fueron nuestras aulas al principio.) Pero campus Parral. me dio de más, me brindó la oportunidad de conocer a mi querida Licenciada Maribel, una persona con grandes valores, quien además fungió como un aliciente para terminar mi carrera, pues al decirme que siempre me presumía, era para mi una obligación continuar con mis estudios, a pesar de querer abdicar el hecho de llegar a ser Licenciada. Otra cosa que aprendí en derecho, fue a no mostrar miedo a expresar mi sentir cuando vi que cobardemente se  cometió una injusticia por el mando de la Facultad. Aprendí de la honorabilidad y humanismo de la Lic. Carmona.

Hoy, me llena de alegría ver la cara de orgullo de mi papá por tener a su primera hija Licenciada, o ver a mi mamá diciéndole a sus amigas o al señor de la tiendita: "mi muchachita ya terminó su carrera".  ¿Qué sigue en mi vida? vienen largas horas de rehabilitación, la cual no podía hacer de forma continua  . Hoy, he demostrado que cierta es la frase: "uno se pone sus propios límites".

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