El osito de San Charbel y mis amigas.

Era de noche, es de lo único que estoy segura, pues al mirar por la ventana pude ver la luna. De muchas cosas vividas en el hospital no me acuerdo, no se si mi cerebro bloqueó tan tristes recuerdos, si es así, lo agradezco. Sarita y Yare entraron al cuarto del hospital, al verlas, lloré, se acercaron y me abrazaron, pude ver los ojos llorosos de ellas también.

Querido lector, en esta ocasión le voy a contar como le hice para soportar todo lo que la vida tenía preparado para mi en tan poco tiempo. Fueron cuatro meses en el hospital, aunado a dolorosos, largos y tediosos estudios,  a tener la incertidumbre de no saber si me quedaba poco tiempo de vida, ya que mi estado físico se deterioraba cada día más y no se encontraba el diagnostico. ¿Sabe de donde tomé fuerza? De mis amigas y de un osito de peluche que fue comprado en la Iglesia de Charbel.

Primero que nada, quiero hacer la aclaración de que cada amigo que me visitó, me dio fuerza. Siempre me he sentido la persona más afortunada del mundo, dado que tengo muchos amigos, decenas de ellos fueron a visitarme, y les puedo decir que no hubo un solo día en el que mi cuarto no tuviera visitas.

Marlene, Yare, Anel y Sara, más que mis amigas, me demostraron que son mis hermanas.
Sarita, la güerita y Yare.


Anel, de morado y Marlene de blanco.

A Sarita la conocí cuando estaba en kinder, desde ahí nos hicimos inseparables, en las tardes nuestras mamás (la de Sarita, un hermoso ángel), se ponían de acuerdo para que nos juntáramos a jugar y había veces (pocas), en las que mi hermana güerita (Sarita) quería ser igual de vaga que yo, como aquella vez en la que sacó los pájaros de mi mamá de la jaula, y se fueron a volar; incluso, aún en preparatoria, la teacher de inglés le decía con su pésimo spanglish : Hey, don´t te juntes with Fernanda, pero Sarita nunca me dejó, porque ella me quería aunque fuera muy vaga y ella muy bien portada. A Marlene, la conocí cuando estaba en secundaria, y aunque al principio creí que era medio payasa porque era de las más populares, en poco tiempo nos convertimos en grandes amigas, además del gusto por la política y nuestros interminables debates, compartimos duros momentos. A mi amiga Anel, la conoci junto con Marlene, y debo de decir, que fue a la persona que más le di carrilla en la escuela (y aún así ella me adora, notese como me abraza en la foto de arriba).  Anel, no era tan alta, actualmete me lleva como 5 cms. pero cuando entraba algún profesor al salón y nos daba la orden de que nos pararamos, yo decía enfrente de todo el salón "que te pares Anel, no que te pares arriba de la banca" (haciendo alusión a su altura), y todo el salón se reía, incluida ella, que sabía que era mi manera de quererla. Y por último, pero no menos importante, mi amiga Yare, mi Pani (Su apellido es Paniagüa y lo acorto), ella me dijo que era muy fastidiosa, pero con el tiempo aprendió a quererme e incluso en su discurso de graduación en prepa, me agradeció el haberle enseñado a ser graciosa, mi eterna compañera de tonterías, aventuras y fiestas.

Antes de Wilson, puedo decir que había llorado en muy pocas ocasiones, después de eso, lloré todo lo que lloró Victoria Ruffo (actriz de televisa), en sus novelas,  pero el sentimiento de verme cada día peor, de no saber si iba a amanecer, la impotencia de verme como me dejó la enfermedad, el sentimiento  de no ser la Fernanda de antes, vaga, noble, fastidiosa, alegre, esas son cosas que me afectaron mucho, y hoy en día, unas dos veces al día, lloro y a veces reclamo el ¿por qué yo? ¿qué hice mal?  Pero siempre tengo el amor que me dan mis amigas, que cuando caí, cayeron junto conmigo, y me han ayudado a levantarme.

La otra parte que me ayudó a sobrellevar esto, fue mi osito, pero eso querido lector, se lo contaré en otra ocasión.
Mis mejores deseos para este año 2017, y todo lo que se proponga, hágalo con firmeza, que no le gane la flojera, de mi parte, voy a luchar como nunca para mi pronta recuperación.

Comentarios

  1. Hola! Leí todo tu blog, no sabía donde poner mi comentario así que decidí escribirlo en esta entrada porque conozco a Yarel y a Sara. A Yarel la conocí en la primaria, antes de que ella se fuera al parralense era mi amiga en la 102, siempre me agarraba un brazo y me decía -que esponjosita estas! Desde entonces la recuerdo como "la esponjosa" y aunque eso fue hace mil años y ella duró muy poco en la escuela conmigo cuando la veo aún me recuerda y me saluda :)
    Sara era mi compañera en el gym y se convirtió en una buena amiga, hacíamos pilates y spinning juntas y estoy segura que alguna vez la acompañaste al nutrisport y por eso te reconozco.
    Tienes una hermosa manera de expresarte y de contarnos tu historia, no dejes de hacerlo!
    Saludos y bendiciones!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Crónicas de mis 27 años.

La graduación.

¿Quien soy?